Brechas de género en la construcción de resiliencia

martes, marzo 7, 2023

por Mónica Cuba

Las brechas en los roles de género en la gestión del riesgo y en la construcción de la resiliencia pueden ser mayores, mucho más si hablamos de comunidades.

Las emergencias y desastres no golpean de igual forma hombres y a mujeres

Según un estudio realizado en 141 países del mundo, cuando ocurre un desastre las mujeres tienen el 14% más de probabilidades de morir que los hombres  (LSE). Los impactos físicos y psicológicos tendrán diferente magnitud y eso puede variar incluso entre mujeres, según un lente interseccional.

Justamente, la exposición a riesgos y amenazas se incrementa, como el resultado de discriminación por clase, identidad,  pertenencia étnica, edad, poder y estatus, etc.; a esto se suma la sobrecarga en la, ya establecida, doble o triple jornada laboral, vinculada con la división sexual del trabajo y los estereotipos de género.

Históricamente, la gestión del riesgo ha promovido un mayor involucramiento de hombres que de mujeres; la tendencia, todavía actual, parece establecer que mientras las amenazas se incrementan a causa de la crisis climática, las mujeres están todavía alejadas de las organizaciones formales de preparación ante los eventos adversos.

“En la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, llevada a cabo en Santiago de Chile (2020) se resalta que los efectos del cambio climatico afectan a las mujeres de modo desproporcionado con respecto a los varones. Las mujeres experimentan mayor vulnerabilidad al acceso y gobernanza desigual ante desastres y efectos negativos, con mayor frecuencia agravando las desigualdades de género que existen históricamente en la sociedad”

(Durango, 2022).

Mujeres organizadas para la resiliencia ante inundaciones

Las mujeres están menos representadas en este sector, tienen menor participación en espacios de planificación y decisión, incluso menos que en una fase de “normalidad”; esto aumenta su vulnerabilidad en contraposición a su capacidad de preparación y respuesta. La brecha crece aún más, si hablamos de prevención.

Sin embargo, en comunidades indígenas de los municipios de Rurrenabaque y San Buenaventura (Bolivia), las mujeres resaltan su capacidad de organización ante las inundaciones, amenaza con mayor ocurrencia en este territorio, donde la inundación del 2014 marcó un precedente para sus habitantes, actores institucionales públicos y privados en los diferentes niveles territoriales.

Su participación y aporte van más allá de las ollas comunes, se trata de las actividades conjuntas en pro de la recuperación, reconstrucción, preparación y construcción de la resiliencia que se gestan en la sororidad y valores comunales con el mismo entendimiento práctico de una emergencia y sus necesidades. Muchas veces su trabajo durante la gestión del riesgo es invisibilizado, pero representa el sostén de comunidades resilientes que han pasado algún evento adverso, como las inundaciones y están en pie.

Capaina (San Buenaventura) obtuvo 40 puntos de 100 al momento de la línea base, resultado de la aplicación de la Medición de la Resiliencia de las Comunidades ante Inundaciones (FRMC, por sus siglas en inglés); esta cifra representa una de las mejores puntuaciones entre las comunidades indígenas tacana en las que se implementa el Programa para la resiliencia ante inundaciones de la Alianza Zurich, en Bolivia representada por Practical Action. Justamente el capital organizacional tiene una de las mejores puntaciones en esta comunidad, característica que tiende a replicarse en las comunidades.

En Rurrenabaque, la comunidad Puerto Yumani obtuvo una gradación de 42/100 en el marco de la resiliencia comunitaria ante inundaciones. La característica de esta comunidad, es que un alto porcentaje de mujeres lidera su estructura organizacional. Esto de alguna forma representó un reto importante en cuanto a legitimidad y acción; sin embargo, “las Yumani”, como las conocen en otras comunidades, han demostrado compromiso y tenacidad en su gestión, logrando reconocimiento comunal y municipal sobre todo en su gestión para la resiliencia comunitaria ante inundaciones.

Daniela Mamio (iz), brigadista y líder comunal de Capaina

“Cuando la inundación llega afecta a toda la comunidad, porque el ingreso de dos ríos nos encierra.”

Daniela Mamio, brigadista de salud Capaina

Actualmente, Daniela gesta a su segunda hija; esto no la detiene para participar en su formación como brigadista comunitaria dentro del proyecto. Reconoce que ve en su padre una fuente de inspiración para trabajar en su liderazgo dentro de la comunidad. Durante la inundación de 2014, Wenceslao Mamio se encargó del rescate de las y los habitantes de Capaina, hasta que llegó la primera respuesta externa. Posteriormente, impulso la construcción de resiliencia en esta comunidad para no volver a vivir lo que vivieron en esa inundación (ver aquí).

Como en la mayoría de las comunidades indígenas con las que trabajamos, con la excepción en la administración actual de Puerto Yumani, los hombres lideran los espacios públicos y realizan trabajos de mayor fuerza física, asumiendo la voz de la comunidad.

Durante el 2014 fueron ellos quienes se ocuparon de la buscar la ayuda para la recuperación de ambas comunidades. Las mujeres se organizaron en el acceso a la alimentación, la recuperación de los huertos familiares (y más tarde de las parcelas productivas), el cuidado de la población con enfermedades respiratorios agudas, gastrointestinales y hongos en la piel (por la humedad y espacios anegados con lodo); en su mayoría utilizaron las  plantas medicinales ya que el acceso a medicina era restringido (Puedes conocer más sobre el tema en español o en inglés).

“Las inundaciones nos dejan sin maíz, arroz, yuca; la del 2014 arrasó además con los platanales, los cítricos…; tuvimos que salir como estábamos en botes por el camino y en la carretera nos evacuaron los del municipio.”

 Noemi Cruz, corregidora de Puerto Yumani

La brecha de género se amplía durante la emergencia, y mucho más en el proceso de reconstrucción, pues las mujeres tienden a asumir la responsabilidad de quedarse en el espacio afectado, con las pérdidas de su capital agropecuario (animales, cultivos de subsistencia) lo cual deriva en el aumento de su malnutrición (ONU Habitad).

El contar la historia para no repetirla

La gente recuerda este evento como un acontecimiento oscuro, que pese a todo el camino avanzado por estas comunidades, todavía las califica como vulnerables e inseguras ante inundaciones, sobre todo para las mujeres adulto mayores.

Espacio anegado después de las inundaciones 2014

“Una no puede agarrar sus cosas e irse, tiene que aguantar ahí. Si hace frio una se enferma. Mis chanchos se ahogaron y no pude hacer nada.”

Melvi Mendoza Lobo
Melvi Mendoza, a sus casi 70 años, siempre está presente en las actividades del proyecto.

Melvi Mendoza tiene cerca de 70 años y quedó atrapada en un islote formado por la loma alta en la que se encontraba su casa y el agua acumulada durante dos semanas en esa inundación. Como ella, otras mujeres se recuerdan llorando, resguardando a sus animales en las guarachas (infraestructura artesanal en las casas para resguardar animales ye insumos en altura como preparación), proveyendo de leña seca guardada en altura para las ollas comunes, prácticas basadas en la experiencia y conocimiento histórico de la amenaza.

Si bien la comunidad se organizó para poner a salvo a Melvi,  su salud y su estado anímico se afectaron por la pérdida de sus cultivos y chanchos que para estas mujeres representan su capital financiero.

“He tenido que vender mis dos chanchos a Bs 450 (USD 64) para contar con el recurso.”

Francisca Lurici Eamara

“Estos animales son nuestros ahorros y la plata que ganamos nos ayudan para comprar lo que necesitamos en esos momentos.”

Delia Cartagena
Los animales menores representan el capital financiero de las mujeres en comunidades indígenas; ante una inundación esas se ven obligadas a venderlos a bajo precio para satisfacer las necesidades inmediatas.

“El 2014 llovió, llovió, llovió, estábamos sin víveres sin nada, todos llorábamos de hambre; no nos dio tiempo de nada.”

Noemi Cruz, Puerto Yumani

En Puerto Yumani, los vecinos de comunidades menos afectadas se robaron sus animales, mientras estas personas fueron evacuadas en escuelas de Rurrenabaque. Por esa experiencia, en eventos posteriores,  la mayoría de los pobladores tienden a quedarse en la comunidad, para resguardar sus bienes.

Cuando fueron evacuadas a una escuela en Rurrenabaque las mujeres de Puerto Yumani se organizaron para cuidar a los y las niñas en este albergue adaptado, mientras muchas de ellas salieron a trabajar en el pueblo para generar ingresos que sabían se necesitarÍan después de la inundación.

La frecuencia de inundación es anual, por lo que el 2015 gestionaron un primer albergue que quedó insuficiente para las necesidades de su población y sus medios de vida. Actualmente Puerto Yumani, a la cabeza de su corregidora Noemi Cruz,  construye un albergue comunal más amplio; este se complementa con el primero para mejorar su resiliencia ante inundaciones desde el capital físico o de infraestructura. Esta solución nació del análisis de los resultados de la FRMC y el consenso y planificación comunal; cuenta con el apoyo e inversión de la comunidad (materiales locales, mano de obra), la Alianza Zurich y el Gobierno Autónomo Municipal de Rurrenabaque.

La necesidad de equidad en el acceso a la información

En temas de alerta temprana y protocolos de información y comunicación, hombres y mujeres no consideran las alertas del mismo modo o con la misma importancia e intensidad. Por lo general, los hombres reciben y emiten las alertas, mientras las mujeres establecen redes informales de información, generalmente entre ellas. Esto incide en que ellas perciban las amenazas y los riesgos como más serios y peligrosos, especialmente si su familia es vulnerable y se ve afectada.

“Los varones son los que nos dicen dónde ir, ellos son los que organizan a la comunidad, a ellos les llega primero la información.”

Francisca Luciri, Capaina

Esta brecha se reduce con la tecnología y el acceso a telefonía celular y el acceso a internet. Mujeres, de al menos 4 comunidades en esta región amazónica, compartieron que actualmente se informan a través de las redes sociales como el WhatsApp, el Facebook y algunos medios de comunicación de alcance municipal. Sin embargo, todos estos canales pueden verse afectados según la intensidad de la lluvia, o las fallas de la red eléctrica, mucho más comunes en una inundación.  Este recurso tiene otra brecha: la generacional.

Melvi confiesa que a su edad ella no se acostumbraría a un teléfono celular, si es que pudiera priorizarlo sobre otras necesidades básicas; en este sentido las redes de información son una de las buenas prácticas de la estructura orgánica comunal que se encargan de velar por el bien de su población.

El diseño, implementación y participación de las mujeres en los sistemas de alerta temprana desde lo local, son prioridades que se trabajan desde los proyectos financiados por la Alianza Zurich y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación COSUDE.

Las mujeres para la resiliencia comunitaria ante inundaciones

Luisa Yumani, en la formación de Búsqueda y rescate ante inundaciones.

El equipo de Practical Action en Latinoamérica (Bolivia y Perú) sostiene un proceso de diálogo y aprendizaje como parte de la Alianza en coordinación con la COSUDE, bajo el principio de No harm,  el análisis interseccional y los enfoques de género, juventudes e inclusión en las poblaciones con las que trabaja. En este sentido ha implementado estudios país de análisis de género que son base de este diálogo- aprendizaje- acción.

En Bolivia existen acciones iniciales, que se basan de este estudio y que se complementan con la metodología de la FRMC a través de entrevistas y grupos focales, reconocen los roles de las mujeres en la construcción de la resiliencia comunitaria, las brechas existentes y la facilitación de espacios donde fortalezcan conocimientos, capacidades y accedan al uso de tecnología que les permita conocer y entender el riesgo y ser parte de la planificación y toma de decisiones.

“En Bolivia, las mujeres rurales dedican en promedio 4 hora al día a actividades agrícolas y siete horas por día a las actividades doméstica, en total 11 horas diarias; mientras que los hombres dedican 5.4 a la agricultura y solo 1,4 a tareas domésticas, es decir 6.8 horas al día. Esto dificulta que las mujeres participen en actividades de capacitación u organizativas por estar preocupadas en las tareas de sostenibilidad de la vida y sus familias.”

(Fernández, 2018; Ashwill et al., 2011 citados por Durango, 2022)

Practical Action promueve espacios de participación con horarios que se acomoden a las necesidades de las mujeres y las comunidades (noches, fines de semana) y  de brindar espacios de cuidado para las y los niños que acompañan a las mamás o abuelas. 

Reconocemos  el esfuerzo de las mujeres en estos espacios; ya sea adicionando una actividad más a sus jornadas o relegando actividades de cuidado o producción como una inversión para ellas y sus comunidades.

Instalación de señalética con lenguaje inclusivo e intercultural en Puerto Yumani.

Los contenidos de los talleres, las prácticas se orientan a responder necesidades vinculadas con sus experiencias sobre inundaciones. Las soluciones comunales consideran los puntos de vista de hombres y mujeres de las comunidades en el marco de los resultados  de la FRMC.

Práctica de primeros auxilios.

La conformación de las brigadas y promotores consideran la participación de hombres y mujeres para promover equidad en la participación y liderazgo dentro de las comunidades; pero además propone la paridad dentro de la estructura orgánica de las comunidades con la nominación de  un binomio hombre-mujer como responsables de la gestión del riesgo en cada comunidad.

Si bien reconocemos el rol de las mujeres en la gestión del riesgo y en la construcción de la resiliencia de sus comunidades, sabemos que este rol todavía está sujeto a desigualdades estructurales que imprimen mayor presión en sus roles productivos y re productivos – del cuidado-, y en el rol de proveedoras del hogar (ante la migración de sus parejas).

Todo lo anterior deriva en la necesidad de mayor tiempo para la reconstrucción, el incremento de las posibilidades de violencia física y sexual, ergo de las brechas de género y de pobreza, ergo la necesidad de trabajar con enfoques de genero sensible, transformador, interseccional, de juventudes, inclusivo para aportar a la resiliencia ante inundaciones o cualquier tipo de amenaza, especialmente en las comunidades.


Otras referencias:

  • Durango, Julia (2022). Análisis de género. Programa para la Resiliencia ante inundaciones. Practical Action en Bolivia: Proyecto piloto Alerta Temprana y Acción Anticipatoria en los Andes (AAT- Andes).
  • Molina, Elizabeth (2013). Género y resiliencia en la gestión de riesgos de desastres. Trabajo de grado en Universidad de Castilla la Mancha. Recuperado aquí.

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